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En este mundo turbulento, todos necesitamos practicar la resiliencia. Algunas personas son naturalmente resilientes, pero la mayoría de nosotros no lo somos. Las situaciones estresantes pueden abrumarnos. Pero no tengas miedo: aquí te indicaré algunos de mis ejercicios favoritos para practicar la resiliencia:
Entiende la resiliencia
La resiliencia es nuestra capacidad de recuperarnos de la adversidad. ¿Cómo respondemos a los desafíos? ¿Estamos a la altura de las circunstancias o nos quedamos en el piso después de la caída?
Los líderes sociales más resilientes que conozco son aquellos que se adaptan muy bien al cambio. Ellos tienen sus objetivos finales a la vista mientras navegan a través de sus nuevas circunstancias. Ellos sólo ven reveses donde otros ven el fracaso.
La resiliencia se trata de hacerle frente a un revés, ponerlo en perspectiva y adaptarse a una nueva realidad. Por lo tanto, debemos desarrollar nuestra capacidad para hacer esas 3 cosas: hacer frente, ganar una nueva perspectiva y adaptarnos.
La Asociación Americana de Psicología (APA) ha publicado un maravilloso artículo sobre este tema. Léelo para tener una mayor comprensión sobre el tema.
Haz un ejercicio de tu «Yo Resiliente»
Pregúntate: «¿cuándo ha sido mi momento más resiliente?». Intenta identificar qué contribuyó a tu capacidad de recuperarte en ese momento. ¿Qué rasgos exhibiste? ¿Cuáles fueron tus mecanismos de afrontamiento? Piensa cómo puedes llevar esta experiencia al presente.
Inventario de tus valores no negociables
Ser resilientes requiere que nos adaptemos a las circunstancias cambiantes. Por lo tanto, es importante saber esas cosas que no estamos dispuestos a modificar. Por ejemplo, mi integridad no es negociable para mí. ¿Cuáles son tus no negociables?
Practica ir con la corriente
A las personas menos resilientes les gusta el control. Por lo tanto, practica dejar que las cosas fluyan en situaciones cotidianas. Puedes ver esto como una oportunidad para explorar lo desconocido de una manera divertida. Sal a almorzar con un amigo y pídele que ordene por ti. Haz que tu familia organice una excursión sorpresa de un día. Ve a una reunión donde no conoces a nadie. Si alguien en el trabajo sugiere un camino diferente, considéralo. La resiliencia y la adaptabilidad van de la mano.
Refuerza hábitos saludables de afrontamiento
Todos enfrentamos la adversidad de manera diferente. ¿Cuáles son tus hábitos de afrontamiento? ¿Son destructivos (es decir, automedicación, etc.) o constructivos (como la meditación)? Incorpora tus mecanismos de afrontamiento más saludables en tu rutina. Por ejemplo, caminar y dormir 8 horas por noche me ayudan a procesar mejor el estrés. Por lo tanto, son parte de mi vida diaria.
Practica la perspectiva
Poner la adversidad en contexto nos ayuda a avanzar. Esto puede ser difícil, ya que a veces los principales contratiempos pueden parecernos el fin del mundo. Por lo tanto, debemos verificar nuestra perspectiva a menudo. Practica esto todos los días, en cada tipo de situación. Pregúntate: «¿Qué significa esta situación en mi vida? ¿Cómo me afecta como persona? ¿Esto afectará mi calidad de vida dentro de un mes o un año a partir de ahora? ¿Todavía tengo mucho por lo que estar agradecido? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué hago para que mañana sea mejor?».
Recuerda, puedes mejorar en cualquier cosa a través de la práctica. Esto incluye habilidades, así como capacidades, tales como la resiliencia.
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